jueves, 4 de octubre de 2012

REPERCUSIONES DEL DESARROLLO SOCIAL EN LA VIDA PERSONAL.


Un paseo por el bosque, las nubes y la bruma.
 
 
 
Cuando mis padres dijeron que iríamos a un bosque de niebla, mi primera reacción fue protestar ya que nunca me han gustado ni el bosque ni el frío. pero la decisión estaba tomada. Y me dije: "será peor quedarse aburrido en la ciudad. Así que...". La tarde caía sobre la carretera de Huatusco a Xalapa cuando nos desviamos por un camino vecinal y, tras avanzar algunos kilómetros, llegamos a una hondonada, a cuya entrada se veía el letrero que decía: Bienvenidos al bosque de niebla.
 
Las seis habitaciones eran una suerte de cabaña, tienda india o iglú de barro. Surgían entre la vegetación dando al paisaje un toque mágico. Pequeñas pero cómodas y aisladas unas de otras, se ubicaban en ambas orillas del río. Una construcción rústica estaba asignada a las letrinas, cuyos desechos biológicos líquidos eran aprovechados para obtener gas que después utilizaban para cocinar. Además, la tierra con la cual cubrían los desechos sólidos era tapada hasta que se convertía en composta, tierra inodora para cubrir nuevos desechos.
 
Esa noche cenamos pizzas a la leña, hechas con productos del huerto del mismo lugar. Entonces supimos que la baja intensidad de luz se debía a que la energía provenía del arroyo del fondo de la cañada, cuya fuerza eléctrica se formaba con unas celdas solares rústicas. Lo único que no encendería sería una televisión, pero, ¿quién pensaba en la tv esa noche?, estábamos más ocupados en identificar las estrellas y constelaciones. Era noche cerrada por lo que también pudimos contar luciérnagas.
 
A la mañana siguiente el baño estaba listo y con agua caliente proveniente de un calentador de leña. Frescos y muy limpios fuimos a otra enramada justo sobre el cauce del río, dónde sirvieron el desayuno, frutas, quesadillas frijolitos, yogurt y té de hierbas recién cortadas. Estábamos extasiiados con el paisaje, el té y el rumor del río que corría bajo nuestros pies.
 
Después fuimos a recorrer el bosque de niebla, cuya vegetación se favorece con el choque de las corrientes de aire frío que circulan y bajan de la montaña y las de aire caliente proveniente del mar.
 
Pudimos observar una rica variedad de plantas, como la que desprendía un olor a la antigua "crema de almendras dulces" que, cuando niños, nos untaban después del baño. Pero lo más impresionante no fueron las mariposas y los otros insectos coloridos sino nos helechos gigantescos, que podían cubrir hasta tres personas... me sentí como en el parque jurásico. Parecía un bosque encantado.
 
La vegetación invitaba al sosiego y a la intimidad. Crecía por doquier con desorden, incluso invadía la vereda por donde íbamos pasando y atravesando vados. El guía nos explico que lo que veíamos como `malesa´ era, en realidad, la forma en que las plantas crecían de manera natural, algunas buscando el sol que tapaban los árboles altos y otras, por el contrario, crecían precisamente aprovechando la sombra. No había que cortar nada ni podarlas, acaso desyerbar un poco la vereda, pero eso era lo que posibilitaba la riqueza y belleza natural del lugar: la diversidad. 
 
La mañana siguiente fuimos a conocer el huerto y los establos. Durante el recorrido, nos platicaron que ese lugar había sido un rancho ganadero, pero que si bien generaba ingresos razonables, la tierra únicamente producía pastizales para el ganado. Es decir, no había nada más y año con año se erosionaba gradualmente. El dueño era un joven ingeniero agrónomo -había heredado el rancho de su padre-que, después de probar unos años e interesado en buscar nuevas formas de vida en armonía con la naturaleza, se había percatado de que una sección de la propiedad comprendía un pequeño "bosque de niebla", por lo que se puso a investigar y supo que si permitía que la naturaleza hiciera su trabajo-dejando de cultivar los pastizales- el bosque se recuperaría.
 
Se animó e invitó a los pobladores vecinos y con su esposa fundó esta microempresa-hoy cooperativa-autosutentable de turismo ecológico, que tiene una intención educativa y de responsabilidad social, puesto que todo el tiempo que permanecimos ahí estuvimos aprendiendo sobre como la naturaleza puede facilitarnos el satisfacer la mayoría de nuestras necesidades básicas, e incluso brindarnos comodidades similares a las de la ciudad, a la vez que promueve el desarrollo social y económico de la zona. Hoy se han generado empleos diversos para los chicos y chicas que antes emigraban a Xalapa o al puerto para tener ingresos suficientes.
 
La visita al bosque de niebla fue una experiencia muy bonita, interesante y educativa. Y lo mejor de todo : ¡Está en Veracruz! un estado tan bello y excitante, con una de las gastronomías más exquisitas y variadas de nuestro país. 

1 comentario:

  1. ¡Felicidades! por este escrito tan bien fundamentado y que al estarlo leyendo disfruta uno todo lo que describe como si estuviera allí.

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